5 de octubre de 2005

Puesta en abismo

En la literatura, como en la vida, existe una forma y un modo de hacer y decir las cosas: directa o indirectamente. Hay a quien le agrada ofrecer toda la información respecto de un suceso y decirlo abiertamente, sin ocultar nada, y hay quien solamente nos informa lo que considera pertinente. La semiótica divide esta regulación de la información narrativa en dos modalidades: distancia y perspectiva. Los narratólogos apuntan que es como cuando contemplamos un cuadro, "nuestra visión dependerá de la distancia que de él me separe y, en amplitud, de mi posición respecto de determinado obstáculo parcial que lo oculte más o menos". De ahí que un acontecimiento, en la vida o en la narración, tenga dos, o más, perspectivas o puntos de vista sobre lo mismo. En la obra literaria existen estas mismas formas de discurso que existen en la vida, modos de contar, que pueden ser utilizadas por un narrador al relatar una historia. Por ejemplo, hay obras en la que el narrador nos cuenta la historia en abismo, esa figura de la que ya hablamos en una ocasión.

La Mise en abyme es una figura que nos llega desde la pintura a la literatura, es un fenómeno artístico que debe su denominación a un procedimiento heráldico que André Gide descubrió en 1891. La doctora Helena Beristáin (1) señala que este término posee varias denominaciones: "Relato interno", "duplicación interior", "composición en abismo" o "construcción en abismo", "estructura en abismo", "narración en primero y segundo grado". Quizá –concluye- "estructura abismada" sea, en castellano, una denominación precisa". La puesta en abismo nos entrega un camino laberíntico con varias puertas en sus costados, a veces podemos perdemos o hallar una salida engañosa, así que tenemos que continuar la lectura y seguir buscando hasta salir a la luz. La raíz común de todas las puestas en abismo es la noción de reflectividad, esto es que el espacio reflejado mantiene una relación con su reflejo por similitud, semejanza o contraste. Es importante señalar que:

Funciona como sistema de señales que posibilita la comunicación entre emisor y receptor; es un arte poética, un manifiesto, una idea de texto, y permite captar simultáneamente los elementos que entran en actividad, su interrelación y el modo de su funcionamiento. Muestra en acción al enunciador (narrador) tratando de dominar su problemática, lo enfoca en plena lucha por la expresión, mientras elige, ordena, distribuye sus materiales, se apega a su idea, durante el forcejeo de la invención. Revela el principio generador de la creación y su sentido. Permite atisbar la alternancia de los momentos de la realidad de la vida y los de la realidad de la obra artística: ésta resulta ser una vivencia de la vida real como experiencia creadora y como goce estético (2)

Lo que más admiro de esta figura es que puede ser utilizada por el narrador para decirnos "algo" que no desea contarnos directamente, así que decide hacerlo narrando una historia dentro de la historia (igual, semejante o contrastante), o que su estructura en abismo nos "hable" sobre el cuadro de algun pintor o sobre la composición musical de un compositor, etc. (siempre semejante, igual o contrastante a la historia "principal"), y todo a través del lenguaje narrativo literario. Por último, resulta atrayente recordar que si esta mise en abyme la encontramos en un cuadro (Las meninas, por ejemplo), puede "narrarnos" toda una historia...
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(1) "Enclaves, encastres, traslapes, espejos, dilataciones (la seducción de los abismos)", Acta Poética, 14-15, UNAM, 1993-94, p. 37.
(2) Ibid